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Entre fórmulas y acertijos: una aventura de aprendizaje fuera del aula

Estudiantes de tercero 2da. participaron en una experiencia de “Escape room” para aprender química y matemática de forma lúdica y desafiante. La salida educativa fue coordinada por la profesora Soledad Oliva y se desarrolló el miércoles 7 de mayo. Integró saberes de química, matemática y geografía, y potenció el trabajo en equipo fortaleciendo el vínculo con el aprendizaje.

imagen Entre fórmulas y acertijos: una aventura de aprendizaje fuera del aula

Con la coordinación general de la profesora Soledad Oliva, los estudiantes de tercero 2da. vivieron una experiencia pedagógica innovadora: una salida educativa a una sala de Escape room en la ciudad de Mendoza. La propuesta tuvo como objetivo despertar la motivación por el aprendizaje a través de desafíos vinculados a contenidos curriculares de química, matemática y geografía. Acompañaron las profesoras Cynthia Verónica Jury (Matemática) y Ana Laura Montilla (Ciencias Naturales).

La iniciativa se enmarca en una estrategia didáctica que combina juego, resolución de problemas y aplicación práctica del conocimiento.

Antes de la salida, los estudiantes se prepararon en el aula: construyeron y resolvieron desafíos, escribieron fórmulas, interpretaron gráficos, y reflexionaron sobre los procesos de pensamiento involucrados. En química, abordaron conceptos como reacciones químicas, pH, estequiometría, identificación de sustancias y normas de seguridad de laboratorio, trabajando con guías y evaluando estrategias de resolución.

Durante la visita a la sala de escape, bajo la temática de un “robo en el banco” y una “sala de laboratorio”, debieron resolver acertijos que exigían aplicar saberes disciplinares de manera integrada. Por ejemplo, analizaron mapas, gráficos y tablas con datos geográficos y financieros, calcularon intereses y porcentajes, y comprendieron flujos económicos vinculados a la geografía comercial. En este entorno desafiante y dinámico, ejercitaron la lógica, la atención al detalle y el pensamiento crítico, habilidades transferibles a múltiples áreas del conocimiento.

El trabajo no finalizó allí. De regreso a la escuela, continuaron el aprendizaje con una nueva misión: diseñar sus propios desafíos y acertijos para una futura sala de escape, incorporando contenidos químicos y explicando sus soluciones. Esta instancia posterior permitió consolidar los saberes adquiridos, reflexionar sobre los procesos mentales utilizados y conectar los aprendizajes con situaciones del mundo real. Además, favoreció la metacognición, el trabajo colaborativo y la creatividad, al tiempo que fortaleció el vínculo con el conocimiento de una manera significativa y atractiva.

La propuesta, más allá de su carácter lúdico, demostró que es posible aprender con entusiasmo cuando el aula se transforma en un espacio vivo, donde el conocimiento se experimenta, se comparte y se disfruta. Una iniciativa que sin duda deja huella en los estudiantes, no solo en lo académico, sino también en su manera de aprender y de trabajar con otros.

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